viernes, mayo 28, 2010

Adiós y gracias

Francisco Andrés Escobar escribió el texto que a continuación compartimos con ustedes para despedirse de sus lectores  de "Croniquillas" en La Prensa Gráfica; sin embargo no fue publicado en esa oportunidad. Sus amigos de la UCA y su familia autorizaron su transcripción póstuma en nuestro blog.

Francisco Andrés Escobar

He recibido mensajes preguntando por las “Croniquillas”. No saldrán más. La reorganización de las páginas sabatinas de opinión y un deterioro de mi salud coinciden para imposibilitar la producción y difusión de estos materiales.

Las “Croniquillas” nacieron como un proyecto de consignar el sentir, pensar y hablar de nuestras comunidades populares de base. Se organizaron en torno de don Sofonías Pereira y de su esposa, en quienes busqué plantear la familia humanamente pulcra. A ellos los rodeé de una corte de hombres y mujeres que representaban lo contrario, pero también lo más real de nuestra nacionalidad: gañanes, borrachitos, prostitutas, diversos integrantes del lumpen. A todos quise abordarlos en sus vicios y virtudes, con misericordia por su condición de personas. Todas sus historias salieron, no de la imaginación desbocada, sino de la investigación sobre la vida, que suele ir más allá de toda imaginación.

También el uso del lenguaje de toda esta corte popular vino de la observación sobre el decir de nuestra gente. Con ello, traté de vivir lo que las academias esperan de quienes trabajamos con la palabra: rescatar ese universo lingüístico que vive en las entrañas del pueblo. En efecto, en uno de los últimos boletines de la Academia Salvadoreña de la Lengua, un ilustre miembro establece: “Bajar a lo popular, a la conversación diaria, al parloteo, al güiri güiri de la familiaridad, es entrar en alegre ambiente de ingenio y de libertad de pasiones y de pasioncillas sueltas, de intereses que no se ocultan, de humor que todo lo salpica con su gracia y, al menor descuido, de la vulgaridad que saca la caja de lustre o deja ver la punta del corvo”.

Sé que, a veces, los personajes, sus historias o sus decires urticaron, más que la sensibilidad, los prejuicios sociolingüísticos de algún lector o lectora, que se soliviantó de ánimos. En realidad, eso fue, creo, además de ausencia total del sentido del humor, presencia de la exclusión con que algunos sectores circunstancialmente mejor puestos castigan a los menos favorecidos, olvidando que son también hermanos de origen, integrantes de nuestra patria mayor.

Quisiera expresar otros conceptos, pero en respeto del espacio, me quedo con un simple: adiós y gracias. Fui feliz haciendo lo que hice. Fue una discreta manera de servir y de comprobar que la palabra mantiene su poder estremecedor de conciencias, más allá del soporte tecnológico que la sostenga.

Ilustración: Miquel Barceló, Fotos.org

miércoles, mayo 26, 2010

Poetas for ever


Miguel Huezo Mixco

El mes de mayo que está por finalizar tuvo a poetas como personajes principales. Los conflictos del momento (rebelión en las cárceles, protestas callejeras, los catorce muertos del día, marchas campesinas y paros de buseros) le dieron espacio a dos nombres muy queridos: Francisco Andrés Escobar y Roque Dalton. De diferentes maneras, uno y otro acapararon la atención de miles de personas.

Dalton, como sabemos, encontró la muerte de manera prematura en 1975. Su asesinato le abrió paso a un mito que se actualiza año con año. Si ambos estuvieran vivos, Roque sería once años mayor que Paco. Paco Andrés murió el recién pasado 9 de mayo, y creo que él mismo hubiera sido el primero en sorprenderse por la cantidad de expresiones de respeto y cariño que ha recibido. Esto es más notable si pensamos que, como lo han descrito quienes le fueron más cercanos, Paco Andrés vivía en una especie de anonimato.

Paco fue retraído; Roque, explosivo. Dalton fue un poeta experimental. Miró las formas clásicas con irreverencia y quizás hasta con desdén. Francisco, en cambio, se decantó hacia formas poéticas tradicionales. Sus versos, rítmicos y de tonos suaves, tienen el aire añejo de los buenos licores. Era, como me dijo alguien, un "poeta de los de antes". Pero no es verdad, Francisco y Roque son poetas "for ever".

Más allá de las formas, Francisco estuvo siempre en la primera línea al lado de quienes entienden la poesía como una levadura para despertar conciencias y una poderosa arma de denuncia. En esto ambos se parecen, y ello prueba que en la vida, como en la poesía, no existe un solo camino.

Uno y otro ardieron en su pasión por el pueblo. Dalton nos dejó vehementes llamamientos a la lucha e inolvidables testimonios sobre la cárcel y el exilio. Francisco hizo retratos de la pobreza y del alcoholismo, con un aire que recuerda a Alberto Masferrer (de quien Dalton, por cierto, se mofaba). Paco Andrés fue un cristiano, no de catedrales sino de catacumbas. Roque, que se profesaba ateo, anheló esa pureza para su propia causa.

No creo que ninguno de ellos haya visto a la poesía como una religión. Esta es una de las tonterías más antiguas y nocivas, que viene pasando de generación en generación, y de la cual no consiguen escapar algunos poetas de nuestros días: los pequeños dioses.

Desde luego, la literatura de Roque y de Francisco Andrés, va mucho más allá de las efusiones a favor de la transformación social. Sin embargo, fuera de ciertos círculos, la obra de Francisco es prácticamente desconocida; y en el caso de Dalton, habrá que esperar un poco todavía para que su poesía se independice de su martirio y de los conflictos que este sigue suscitando.

Como pudimos verlo este mes, uno y otro han probado tener una inmensa capacidad para convocar a viejos y jóvenes hacia el mundo de la poesía; un mundo que, por cierto, no está hecho solo de palabras. Ellos son parte fundamental de nuestro canon. En este sentido, ya son insuperables. Sus letras tocaron, cada uno a su manera, el alma de esta extraña comunidad humana, la salvadoreña, de la cual recogieron sus grandezas y miserias, y a la cual quisieron servir con el ejemplo de la modestia o la sedición. Francisco y Roque están allí para probarnos que las ínfulas rupturistas pueden ser irrelevantes. Lo que cuenta, al final del día, es escribir con el corazón.

Foto: Narava

sábado, mayo 22, 2010

Pínteme las paredes, por favor

María Tenorio

El dicho de "quien mancha pared y mesa da a conocer su bajeza" no siempre es verdadero. Hay quienes manchan sus propios muros para dar a conocer su negocio. Esa es la lógica de la gráfica popular comercial que nos cuenta lo que se hace y se vende, en pequeño o en mediano, en ciudades y pueblos, y que convive en las calles con las manifestaciones publicitarias formales.

Me refiero a la enorme variedad de figuras y letras pintadas a mano, o con escasa ayuda de tecnología, que ofrecen productos y servicios en establecimientos de todo tipo, desde pequeños colegios hasta agroservicios y comedores pasando por salones de belleza y panaderías. El calificativo de popular deriva, en parte, de ser obra de autores anónimos, no profesionales o autodidactas. Se opone, así, al producto visual elaborado por diseñadores gráficos y gestionado por agencias de publicidad.

Si bien tendemos a asociarla con el pasado, la gráfica popular sigue vigente dándole carácter y colorido a nuestro entorno urbano. Me atrevo a afirmarlo porque en los muros de San Salvador y otras ciudades del país no solo veo dibujos desvanecidos y viejos, sino también brillantes y nuevos, con pinturas recién aplicadas. Y es que resulta una opción menos costosa que los letreros formales porque se graba --como el grafitti-- en superficies existentes. En precio competirá, quizás, con los banners o las mantas, pero los supera por su permanencia.

Este tipo de arte no está desconectado de otras manifestaciones ni "avances". Tampoco es siempre tan "naif" ni tan completamente hecho a mano alzada. Así como el arte pictórico --lo que hoy se llaman las artes visuales-- convive y se ayuda de la fotografía y la tecnología digital, la gráfica popular también se combina con el esténcil y con otras tecnologías. No creo que esto la desnaturalice o lo agote; simplemente la transforma.

Recientemente la cooperación cultural española ha puesto sus ojos en la gráfica popular con el proyecto global "Tutti Frutti". Su intención es construir un registro fotográfico de esas imágenes creadas para fines comerciales en los espacios urbanos de diversos países. El Salvador es uno de los elegidos para entrar en el archivo. Este mes que concluye el Centro Cultural de España en San Salvador presentó la exposición "Cacherías de la gráfica popular salvadoreña", con fotografías de Cristian González. Vale la pena acercarse a la colonia San Benito para disfrutar de la riqueza de imágenes exhibidas, que se me hace difícil describir aquí más allá de contarles que son pintorescas, burlonas, alegres o incluso exóticas.

Talpajocote se une al tutifrutismo presentando hoy una selección de fotos de rótulos comerciales tomadas por nosotros. Disfrútenlos.

Tutti frutti con talpajocotes

miércoles, mayo 12, 2010

La muerte de Sofonías Pereira

María Tenorio

El sábado 27 de febrero de este año don Sofonías Pereira vio la luz por última vez . En medio de una noche revuelta por lúbricos gatos en el tejado, don Chofo dijo adiós sin pompa ni ceremonia, acostado al lado de la niña Teba.

Varios años vivió entre nosotros este personaje, creado por la pluma de Francisco Andrés Escobar (1942-2010), en la sabatina sección Croniquillas que se publicaba en La Prensa Gráfica.

Sofonías era un hombre del pueblo en cuyas anécdotas y palabras se dibujaba la salvadoreñidad. Amaba el atol shuco, disfrutaba las procesiones de Semana Santa, tenía un hijo que había emigrado a los Estados Unidos y estaba siempre metido donde reventara el cohete. Sus interlocutores favoritos eran la Teba, su mujer; y Miguel Tadeo, su amigo. Con ellos comentaba sus preocupaciones cotidianas, sus reflexiones y sus lecturas. Su mundo también estaba rodeado de personajes de toda calaña, como don Meme que hizo pisto aprovechándose de los pobres. 

La desparición de Sofonías de las páginas del matutino nos puso en alerta sobre su creador, quien era muy disciplinado y puntual con sus textos. Personas cercanas supieron que Paco Escobar estaba enfermo, pero no cuán grave era su mal. Dicen algunos que andaba anunciando que pronto se iba a morir; eso no me consta.

Paco falleció el domingo pasado a sus 67 años en el Seguro Social y dejó instrucciones de que no le celebraran honras fúnebres y que dispersaran sus cenizas en el océano. La noticia de su deceso ocupó muchos bites en la red social de Facebook, donde se ha creado la página Relatos sobre don Paco para recordarlo con sus textos, sus enseñanzas y las anécdotas que de él guardamos quienes fuimos sus alumnos o colegas en las aulas de la UCA.

A diferencia de don Sofonías, de don Paco sabemos muy poco sobre su vida privada. Fue un hombre minimalista y, a su modo, excéntrico. Su atuendo, que ha sido destacado en las caricaturas creadas en su honor, era casi siempre el mismo: camiseta, jeans, chancletas y un maletín rústico de cuero. Dicen que no tenía casa: vivía en un cuarto en un convento o seminario cerca de la UCA. Tampoco carro: era usual verlo caminando, por ejemplo, en los alrededores de Jardines de Guadalupe.

Varias veces me lo encontré en la temporada navideña en la plaza central de Antigua Guatemala donde me presentó a su hijo. Eso era todo lo que sabía sobre su familia hasta que el martes 11 de mayo, se mencionara la presencia de sus hermanos y su hijo adoptivo en la misa que ofreció el departamento de Letras y Comunicaciones de la UCA. La reserva que mantuvo sobre su vida lo llevó a pedirle a La Prensa Gráfica, contra la norma, que no colocara una foto suya en su columna sabatina.

Tuve la dicha de ser alumna de Paquito, en Estilística y Teoría Literaria, en mis años de licenciatura en Letras en la UCA. Lástima que mi carrera, paradójicamente, no incluía cursos de redacción, me habría encantado tomar con él esa materia que hoy imparto en otra universidad privada. De sus lecciones recuerdo dos detalles: el xilófono con que nos enseñaba a escuchar el ritmo de la poesía; y sus exámenes de 30 cuestiones de opción múltiple (a, b, c y d) donde todas las respuestas eran la misma letra. Esto último --espero que mis alumnos no estén leyendo este texto-- lo replico de vez en cuando en mis tests.

Para concluir, les cuento una anécdota de hace 20 años cuando él era decano de la Facultad de Ciencias del Hombre y yo, encargada de Comunicaciones de la UCA. Ambos participábamos en el acto de graducación de la universidad. Esa tarde de un viernes Paco me agradeció que, en mi calidad de maestra de ceremonia, lo hubiera presentado como "el escritor Francisco Andrés Escobar, decano..." y no como "el licenciado". "Le agradezco por el título de escritor", me dijo y me regaló una sonrisa.

Enlaces:

Radionovela Martirio en la tarde, 2010 (autoría y actuación)

Croniquillas

Febrero 2010:
"La paz silente de la noche", 27 febrero 2010
"La burleta", 20 febrero 2010
"Si te vi, no me acuerdo", 13 febrero 2010
"San Juan no es la virgen", 6 febrero 2010
Enero 2010:
"Para desasosegar", 30 enero 2010
"Caín", 23 enero 2010
"El basurero del alma", 16 enero 2010
"Carta de un amigo dilecto", 2 enero 2010

Discurso "Santos históricos y moralistas sociales" pronunciado al recibir el Premio Nacional de Cultura 1995

Ilustración: Edwin Renato Mira/Oscar Independiente

La balada de Jimmy Rosa

Miguel Huezo Mixco

En "El milagro secreto", Borges cuenta la historia del dramaturgo Jaromir Hladík, apresado y luego puesto por los nazis frente a un pelotón de fusilamiento. Aunque está a punto de morir, Hladik sigue obsesionado con una pieza de teatro que se encuentra escribiendo. La noche anterior a su ejecución, en medio de un sueño, le pide a Dios un año más para terminarla. Se hace el milagro. No daré pormenores. Es mejor que ustedes lean el cuento en palabras del propio Borges; el caso es que la muerte del dramaturgo queda suspendida entre el instante en que el sargento grita la orden de disparar y el impacto de la descarga sobre su humanidad.

Mi idea del teatro está asociada con este cuento. Una puesta en escena es como un momento colocado en una abolladura del tiempo. Un instante que nos permite fisgonear desde el otro lado de un vidrio y que, en definitiva, nos vuelve espectadores.

"La balada de Jimmy Rosa", que se presentó entre el 29 de abril y el 9 de mayo, como parte de la temporada 2010 del teatro Poma, transcurre en el interior de un compartimiento
para interrogatorios (cámara de Gessel) en una estación policial de la ciudad de Nueva York. Allí conocemos a Alba Marlene Rosa, una inmigrante salvadoreña acusada del asesinato de su hijo, el pequeño Jimmy Rosa.

En torno a este hecho se expone no sólo el drama de Alba Marlene, sino también los encadenamientos entre pobreza, tráfico de personas y poderes políticos, y la manera en que la prostitución refuerza las disparidades de género. Frente al espejo de la cámara de Gessel, las vidas de los seis personajes de la obra experimentarán un giro a partir de su participación en el proceso de Alba Rosa. De esto y más se habla en esta obra que, pese a la gravedad de los temas que aborda, permanece fiel al conocido axioma de Brecht, según el cual el teatro enseña divirtiendo.

Jorge Ávalos, el autor, ha venido mostrando en su trayectoria profesional una diversidad de talentos como periodista, artista gráfico, editor de revistas, poeta y narrador. Salvo su monólogo "Ángel de la guarda", que no me convenció, yo no había visto ninguna de sus anteriores obras de teatro.

En "La balada...", Ávalos nos entrega una obra depurada y amena, en clave de cuento policial. El guión es muy bueno, y el elenco pasa la prueba. Se destaca, de nuevo, la actuación de Alejandra Nolasco --que interpreta a Maya Marley-- y Fernando Rodríguez --en el papel del oficial Manuel Velasco--
, así como el diseño escenográfico de Tito Hasbún. Con esta obra, Jorge Ávalos se hizo acreedor, en 2009, al premio Ovación, un reconocimiento en metálico que otorga
la Fundación Poma a un destacado proyecto de producción teatral.

Añadiré que, a diferencia de los rentavideos y algunas salas de cine que miran amenazada su existencia, el teatro Poma luce saludable. Desde 2003 en ese escenario se han realizado más de 700 funciones, en las que han participado 96 agrupaciones teatrales. En cinco años, hasta la temporada 2009, el Poma ha vendido 95 mil entradas.

De acuerdo con sus estadísticas, las obras más taquilleras han sido "Los monólogos de la vagina" y "El Cavernícola". Obras que hacen reír y que, más allá de la temática siempre atractiva de “la guerra de los sexos”, también abordan asuntos como el aislamiento, la soledad y la marginación. "El cavernícola", un rotundo éxito en Broadway, es la obra más taquillera en toda la historia del Poma. En junio de este año volverá a ser escenificada.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 13 de mayo de 2010).

Foto: http://nadienuncanada.blogspot.com

Centroamericanos en Los Ángeles


Central Americans in Los Angeles, de Rosamaría Segura
Arcadia Publishing, 2010. 128 pp.
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En las páginas iniciales de este libro aparece la fotografía de la primera inmigrante salvadoreña de la que se tiene noticia, Angelina Valle Argueta, proveniente de Morazán, en el año 1942. Angelina trabajó como obrera en la reparación de barcos de guerra en la Segunda Guerra Mundial y luego abrió su propio restaurante, La Golondrina, en el centro de Los Ángeles.

Este volumen contiene decenas de fotografías que recogen eventos memorables relacionadas con la vida cotidiana, la actividad política y económica de los centroamericanos, y su lucha por ganar reconocimiento y legalidad. Cada una de las imágenes, más de 200, es comentada por la autora, Rosamaría Segura, nacida en El Salvador, quien ha realizado una maravillosa tarea de preservación de memoria. Arcadia Publishing tiene un catálogo de más de 6 mil volúmenes relacionados con la historia local en Estados Unidos a través de imágenes. (MHM).