jueves, diciembre 20, 2012

Libros del 2012 (II) | El olvido que seremos


Miguel Huezo Mixco

“El olvido que seremos”, de Héctor Abad Faciolince, narra la vida y la muerte de un hombre singular: Héctor Abad Gómez, médico, humanista, defensor de los derechos humanos y, según su propia definición, cristiano en religión, marxista en economía y liberal en la política.

Abad Gómez, padre del autor de ese libro inolvidable, fue asesinado en Medellín en 1987. Es uno de los 200 mil colombianos que han muerto por la violencia en los últimos diez años. La obra no es solo un homenaje al padre. De alguna manera condensa también las numerosas muertes injustas ocurridas por causa de la violencia política en Colombia y en Centroamérica, en América Latina. Es, como dice Abad Faciolince, un testimonio tan “inútil como necesario”, que escarba en la tristeza con incredulidad y rabia.

El doctor Abad Gómez era lo que en Medellín, y en El Salvador, se llama un alcahueta, un maravilloso alcahueta. Aseguraba que el mejor sistema educativo consistía en mimar a los hijos. En su cuaderno de apuntes personales dejaría escrito: “Si quieres que tu hijo sea bueno, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz. Los hacemos felices para que sean buenos y para que luego su bondad aumente su felicidad”.

Si el padre era permisivo, el hijo no se quedaba atrás. Su afecto rayaba en la adoración. Cuando el padre se ausentaba de casa por razones de trabajo, le rogaba a su madre que lo dejara dormir en la cama de él, y que no cambiaran las fundas de las almohadas y las cobijas para dormir sintiendo el olor de su papá. “Aquel olor maravilloso”, escribe, “era el signo de la protección y la tranquilidad”.

El padre fue también su referente moral. “Cuando tengo que juzgar algo que hice o algo que voy a hacer, trato de imaginarme la opinión que tendría mi papá sobre ese asunto. Muchos dilemas morales los he resuelto simplemente apelando a la memoria de su actitud vital, de su ejemplo, y de sus frases”, escribe. Añade: “Gracias a la benéfica influencia de mi papá, he podido ser un malo que no ejerce, un cobarde que se sobrepone con esfuerzo a su cobardía y un avaro que domina su avaricia”.

Abad Faciolince escribe un testimonio y, a la vez, una autobiografía intelectual y sentimental. Extrae de su memoria la jubilosa experiencia del amor filial y la dolorosa historia de una injusticia, poniéndolo todo bajo una cálida luz, antes de que la inercia y la indiferencia acaben por sumergirla en el olvido... el olvido que seremos.

El autor consigue transmitirnos los hechos con coraje pero con la distancia suficiente para que "las palabras no salgan húmedas". No es casual que el título, tomado de un poema de Borges (que el padre copió en su cuaderno el mismo día de su asesinato), finalice sentenciando: “enséñame el arte de ver mi propia historia/ como si ésta ya fuera ceniza en la memoria”.

Leí el libro con demora. “El olvido que seremos” se publicó en 2006. A la fecha lleva al menos 29 reimpresiones. La piratería lo ha consagrado poniéndolo en numerosos formatos electrónicos. Este año se publicó en Estados Unidos con el título “Oblivion: A Memoir” (Farrar Straus & Giroux), y este pasado noviembre recibió el premio que otorgan la Oficina en Washington para asuntos latinoamericanos (WOLA) y la Universidad de Duke. La traducción estuvo a cargo de Anne McLean y Rosalind Harvey.

En mi próxima entrega hablaré de los que para mí fueron los mejores libros salvadoreños publicados en el año que finaliza.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 20 diciembre de 2012)

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